Denominado el "decimotercer apóstol", Pablo no fue discípulo ni conoció al Maestro, pero insiste mucho en que es un verdadero apóstol, habiendo sido llamado directamente por el Resucitado e incluso "el primero después del Único tras Jesús" –señala Benedicto XVI-, es el personaje de los orígenes de la Iglesia del que tenemos más información, y probablemente el de mayor influencia en toda la historia del cristianismo.
Ruta de San Pablo
Primer viaje
Hacia el año 46 se embarca para Chipre, de donde era Bernabé. Allí convierten al procónsul Sergio Pablo. Se embarca de nuevo hacia el continente, y desembarcan en Perge, pero sin entretenerse continúan hasta Antioquía de Pisidia. Allí, predica en la sinagoga, donde acuden judíos y prosélitos. Y comienza el drama que se repetirá en todo el ministerio de Pablo: los paganos aceptan el Evangelio y los judíos le rechazan, tramando su muerte. Parten pues, para Iconio, donde se repite la misma escena y pretenden apedrearlos. Huyen a las ciudades de Listra y Derbe. En Listra cura a un paralítico y las gentes los toman por dioses, aunque acaban apedreando a Pablo, dejándolo por muerto.
Desde Derbe, hacen un nuevo recorrido por las ciudades visitadas y llegan a Atalía, donde embarcan para retornar a Antioquía de Siria. Al contar las muchas conversiones entre los gentiles, algunos piensan que es necesaria la circuncisión. Por lo que deciden enviar a Pablo y Bernabé a Jerusalén, donde los Apóstoles y demás hermanos responsables, deciden no imponer otras cargas.
Segundo viaje
En el año 49, Pablo se separa de Bernabé y parte con Silas para dirigirse por tierra a Derbe y Listra, donde toma por compañero a Timoteo. Atraviesan Galacia, comunicando a todas las iglesias la resolución de Jerusalén. Y sin poder evangelizar en la región de Asia, embarcan en Tróade, para llegar a Samotracia, Neápolis y Filipos. Esta ciudad era colonia romana, lo que explica que tengan que reunirse en descampado y sean perseguidos por predicar sus costumbres a los romanos. Encarcelados por ese motivo, Pablo recurre a su ciudadanía romana. Puestos en libertad se dirigen a través de Anfípolis y Apolonia a Tesalónica; aquí predican en la sinagoga de los judíos hasta que, perseguidos por las acusaciones de los judíos, huyen hacia Berea, de donde, pasado un tiempo, parten para Atenas. Allí es invitado a presentar su doctrina en el arópago, pero es rechazado al hablar de la resurrección después de un cuidado discurso por su parte.
Deja Atenas y se dirige a Corinto, que fue arrasada por orden del Senado Romano, pero Julio César en el año 44 a.C. decide levantar allí una colonia. Llama la atención que 100 años después llegase a los 400.000 habitantes. En Corinto permanece unos dos años, en torno al año 50. Se encuentra con el matrimonio judeocristiano Aquila y Priscila, que provenían de Roma por la expulsión de los judíos por orden de Claudio.
Dejando Corinto, parte para Cencreas, y de allí a Éfeso, donde permanece poco tiempo.
Embarca para Cesarea y llega a Jerusalén, para terminar en Antioquía.
Tercer viaje
En el año 53, Pablo retorna a las comunidades de Galacia y Frigia, para llegar a Éfeso, donde permaneció más de dos años. Éfeso, de 200.000 habitantes, era una gran ciudad jónica, colonizada ya en el siglo IX a.C., era una ciudad libre incorporada a Roma. El mar llegaba hasta la ladera del monte Pión, donde se asienta el gran teatro griego con capacidad para 24.000 espectadores. La fama de Éfeso se debia sobre todo al templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo.
Pablo deja Corinto y parte para Macedonia y Grecia, embarca en Filipos y llega a Tróade. Se dirige por tierra a Aso y embarca hacia Mitilene; llega a Mileto, donde convoca a los perbíteros de Éfeso. Desde Mileto embarca hacia Fenicia y desembarca en Tiro, allí permanece siete días. Hace una pequeña escala en Tolemaida y se hace de nuevo a la mar hasta Cesarea, donde por varios días reside en casa de Felipe. De allí parte hacia Jerusalén.
La ciudad se halla en plena ebullición política, con un gran auge del movimiento zelote. Cumpliendo los ritos de purificación, por indicación de Santiago, es apresado en el templo, teniendo que intervenir el tribuno. Llevado ante el sanedrín, da testimonio del Evangelio que predica. Aparece su hermana y su sobrino, que avisan al tribuno de la conspiración contra Pablo. Y es remitido al gobernador Félix a Cesarea. Aquí permanecerá por espacio de dos años (58-60), dando testimonio ante el nuevo gobernador, Porcio Festo, ante el rey Agripa y su hermana Berenice. Haciendo valer su condición de ciudadano romano apela al Cesar, y es enviado a Roma.
Cautividad
Después del azaroso viaje por mar, con prolongada estancia en Creta, sufren un naufragio en las costas de Malta. Allí, Pablo permanece por tres meses con gran estima del gobernador de la isla. Hacen escala en Siracusa y desembarcan, por fin, en Pozzuoli. Se dirigen a Roma siguiendo la Vía Apia, donde tiene encuentros con los cristianos de Roma que había salido a recibirle: Foro de Apio y Tres Tabernas. Pablo permanecerá en Roma durante dos años (61-62) en régimen de custodia militar, que le permitió vivir en una casa particular, aunque encadenado a un soldado. Es muy confusa la vida de Pablo de los últimos años (63-67). Clemente Romano (año 95) da a entender que visitó España, pero parece ser más seguro que retornó a las comunidades de la parte oriental del Mediterráneo: Éfeso, donde deja a Timoteo; Creta, donde encarga a Tito la organización de la iglesia; Tróade, donde deja pergaminos; pasa un inviwerno en Nicrópolis, Dalmacia.
El martirio
Una tradición muy antigua sitúa el martirio de Pablo en el año 14 del reinado de Nerón (hacia el 67). Arrestado de nuevo, vivió una dura prisión (cárcel Mamertina), abandonado de todos. Poco después, sufre el castigo reservado a los ciudadanos romanos: decapitación a espada. Su cuerpo fue enterrado en las afueras de Roma, al lado de un columbario de la Vía Ostiense. Sobre su tumba se alzó en el año 324 una basílica.
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